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domingo, 16 de octubre de 2011

Tango

 



Ya sea como danza, música, poesía o cabal expresión de una filosofía de vida, el tango posee una larga y valiosa trayectoria, jalonada de encuentros y desencuentros, amores y odios, nacida desde lo más hondo de la historia argentina. Historia que surge de fusiones e inclusiones, del derrumbe de antiguas civilizaciones y el emplazamiento de una nueva cultura ecléctica, enriquecida por los valiosos aportes de quienes emigraron a las pampas en busca de mejor vida.




El tango evidencia la diversidad, se nutre en los ambientes orilleros, dominados por inmigrantes y desarraigados, rufianes, delincuentes y prostitutas. En ese contexto de arrabal se constituye en proclama de una concepción marginal y desesperada de la vida, encarnada en la figura del compadre y fraguada en canciones plasmadas en primitivo lunfardo.


Años más tarde, ya en la primera década de este siglo, comienza a ascender en la escala social. Gracias a los organitos, que paseaban su música por los barrios de la ciudad, las antiguas tonadas de connotación prostibularia comienzan a trascender el ámbito que las ha visto surgir. Simultáneamente, la música se hace más refinada, las letras se pulen y estilizan en manos de poetas y músicos con estudios. El nuevo ambiente es el cabaret, su nuevo cultor la clase media porteña, que ameniza sus momentos de diversión con nuevas composiciones, sustituyendo el carácter malevo del tango primitivo por una nueva poesía más acorde con las concepciones estéticas provenientes de Londres y París.


Ya en la década del '20 el tango se anima incluso a traspasar las fronteras del país, recalando en lujosos salones parisinos donde es aclamado por públicos selectos que adhieren entusiastas a la sensualidad del nuevo baile. Debido a este gran impulso el tango comienza a difundirse rápidamente alcanzando, en los años '40, su cúspide de popularidad. Ya no es privativo de los bajos fondos porteños; ahora se escucha y se baila en salones elegantes, clubs y casas particulares.





Luego de la década dorada la historia del movimiento será cíclica, compuesta de crisis y surgimientos de nuevas orientaciones. Pierde lugar, en los años '50, frente a la irrupción de los nuevos ritmos extranjeros y el boom de la música del interior del país, pero revive una década después con una nueva identidad: el Nuevo Tango, que recorre el mundo llenando los escenarios de Estados Unidos, Europa y Japón con composiciones instrumentales novedosas.



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